jueves, 15 de marzo de 2012

Testimonio: “El Sida: Rastro y Rostro”



Acudimos a las 06:00 h, es una fría mañana de inicios de marzo.  Estamos esperando en la recepción de la Maternidad. Todas la sillas están ocupadas por mujeres en su mayoría jóvenes y en avanzado estado de gestación. Esperan ser atendidas, no hablan entre ellas, están solas.

 Son casi las 07:00, cuando llega, está ataviada con un poncho grande, casi cubre toda su cabeza con una bufanda de LDU. Nos dice: “vengo desde Conocoto, por allá vivo”

María Fernanda Y. de 28 años (nombre protegido), recuerda claramente que en Mayo 2010 su esposo empezó a sentirse mal, tenia mareos y  diarreas que no cesaban.  Acudieron al Centro de salud. Cuando  le practicaron exámenes clínicos le diagnosticaron sida en fase terminal. Ella también se realizó exámenes y los resultados fueron positivos. Recién allí se entero que su esposo era homosexual. Por eso se había contagiado. Tres meses mas tarde su esposo fallecía y ella estaba también enferma. “yo no le culpo a mi marido, - dice- así es la vida”.

 Su hijo mayor  tenía 6 años y medio y su hijita 4 años y medio. No tenía empleo, se sintió abatida y sola. No tenía parientes, solo una hermana que había migrado a España años antes. María Fernanda se prostituyó, se dedicó al licor. Ella y su hogar se estaba destruyendo.

Cuando nos cuenta llora y dice: “eso me cambió la vida”, por eso sus hijos fueron legalmente retirados se su cuidado, y ahora viven con la familia de su esposo. María no recibía ningún tratamiento médico, se estaba destruyendo.
Ahora vive con un compañero. Según ella “el también se contagió, porque el preservativo se nos rompió”.

Ahora está embarazada de 8 meses. Le atienden en la Maternidad Isidro Ayora. Recibe antiretrovirales y apoyo de un sicólogo y de la trabajadora social. Entre lamentos nos dice: “mi compañero no quiere hacerse cargo, dice que este hijo no es de el. El sicólogo –me dice- la vida sigue no se deje derrotar, no se deje caer, usted va a vivir, su enfermedad está controlada esté tranquila”.

Le preguntamos: ¿Qué reacción tuvo, qué pensó cuando se enteró que tenía sida? Ella nos responde: “Al principio yo no quería tocar a mis hijos. No quería que ellos se me acerquen. Los rechazaba… Creía que les iba a contagiar… Pero ahora los extraño mucho… Ellos están en la costa con sus tíos… Quieren estar conmigo…  - ellos me dicen- que les tratan bien pero que me extrañan…”

¿Y ahora, qué piensa? –le consultamos, a lo que ella responde:-  Yo tengo la alegría de que voy a tener a mi hijo en mis brazos… Yo voy a luchar… Yo quiero vivir… son tres angelitos que me necesitan…  Quiero verles crecer…”

María Fernanda, no tiene certezas de su futuro. Aspira conseguir el bono de la Vicepresidencia de la República. Le han dicho que con su enfermedad, seguro que lo consigue. Ahora ha venido a la maternidad porque le van a practicar una ecosonografía y con ello determinar la fecha de su parto por cesárea. “Cuando termine con este examen, me voy a seguir gestionando el bono…” -nos dice-. “Yo sé cocinar, se arreglar la casa… Yo voy a conseguir un trabajo… Cuando nazca mi hijo, todo va a ser diferente…porque me van ayudar, me van a dar lechesita…Mi hermana desde España, también me ayuda… ” –Comenta-.

“A veces estoy llena de ánimo… Otras veces no tengo fuerzas… Pero voy a luchar… a las mujeres que les pase lo que me ha pasado, quiero decirles que no entren en los vicios, que no se metan con al alcohol… Eso me ha destruido. Me estaba matando poco a poco…”

Termina diciéndonos. “Voy a seguir luchando… A mi hijo quiero llamarle: José Alejandro…” Cuando son las 08:30 h. Nos despedimos María Fernanda espera su examen y nosotros sentimos  impotencia y tristeza.


 


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