martes, 27 de septiembre de 2011

(3-A) EL DINOSAURIO: ESTÁ APRENDIENDO A ESCRIBIR CRÓNICAS




“Los sabores tradicionales de helados: fresa, crema, vainilla, o chocolate, existen en todas las heladerías. La posibilidad  de tomarlos de otros sabores, de tomarlos en distintas combinaciones, es algo que no piensan los tradicionales heladeros. Mejor aun si ofrecieran no solo muchos sabores, sino también una buena variedad de acompañados: pasteles, tortas, muffins,  etc.   Igual sucede con las cafeterías y el café.   La experiencia de tomar helados o de degustar un café, con ingredientes que personalicen el pedido se está convirtiendo en un acto de afirmación de la propia identidad”.
 Lo mismo sucede con la noticia y la crónica.  La crónica es: "añadir sabor y complementos a la noticia".
(Parafraseando a José Luis Orihuela: “Personalizar la oferta”,  26-09-2011, www.digitalmediaweblog. )  


Con una buena dosis de decisión y esfuerzo, empecé el tercer módulo de la “Maestría en Periodismo” enfrentando la unidad: “Periodismo interpretativo”.

El tema sonaba.  Aunque no tenía una idea clara de su enfoque de contenido. Fue clarificado prontamente por Esteban Michelena, periodista narrador de crónicas –muchas de ellas premiadas en concursos- y autor de una reconocida novela. El definió el eje de curso, relatándonos cómo sus crónicas eran “un arte, encontrando detalles, y describiendo sentimientos que emocionen”, en definitiva narrando historias desde dentro, de tal manera que el lector se sienta conmovido, impactado.

El periodista escribiendo crónicas debe descubrir, involucrarse, y a la vez relatar objetivamente. La crónica relata, informa, “no solo de manera seca, como la noticia, -o lo indispensable para que se conozca-, sino también emocionando con detalles”. Ejemplos: “Caracas sin agua”  “Vivir para contarla”, de García Márquez, o “A sangre fría” de Truman Capote, o “La reina del Sur” de Pérez Reverte, o el “Libro de Manuel” de Cortázar, o “La novela de Perón” de Tomás Eloy Martínez. Y un largo etc... De autores  y de obras.

Para Esteban: “La crónica sensibiliza al periodista y al periodismo. La crónica es a los géneros periodísticos, lo que el jazz es a la música”. Cuenta historias, cuenta emociones, hace belleza. Conmueve y junta a las personas. Es preferible narrarla en pequeños módulos (parrafitos, modulitos). Descubriendo que piensan y sienten los personajes. Involucrándose en el relato. Buscando fuentes y referentes para seguir construyéndola.

“La crónica y la novela (son géneros fronterizos) tienen una tenue línea divisoria. Cuenta historias verídicas, con recursos periodísticos. Otros ejemplos: “Un hombre muerto a puntapiés” de Pablo Palacio. “Quito Antíguo” de Jorge Rivadeneira, “La guerra del fútbol” de Kapuscinsky, “Atacames Tonic” de Esteban Michelena, “Un funeral chino” de José Martí.  Existen ejemplos de crónicas musicalizados en algunas canciones salsa de Willie Colón, de Juan Carlos Vives cuando relata la historia de Moralitos, o la de Escalona. “Debe de tener un un cable a tierra: la realidad”, si es inverosímil, fracasa.

La crónica requiere que en su construcción se usen todos los sentidos: debe mirarse, oírse, olerse, leerse-mirándola, y hasta paladearse.  El autor debe recoger datos, de hechos verídicos, testimonios, resolviendo las 5 preguntas básicas de la construcción de noticias: qué, quién, cómo, cuándo, donde. (Vale decir: con recursos de redacción  -lenguaje  creativo y literario- seguir las reglas del periodismo. La crónica enriquece a la noticia, la descompone, “muestra ángulos especiales, haciendo acercamientos, como los zoom fotográficos”.

Con estos antecedentes en el curso, se analizaron crónicas como: “Un fín de semana con Pablo Escobar”, “Un fin de semana con Cochise”, “El MC de las tinieblas”. El resultado fue fantástico:  “El dinosaurio entendió la crónica, en su arquitectura, y en su expresividad”.
La tarea aplicativa fue: basándose en el narco-corrido “El Trailer”, construir la noticia y elaborar la crónica.

        
NARCO CORRIDO “EL TRÁILER”:

Pablo, Gilberto y Miguel eran hermanos de sangre.
Primero eran comerciantes, y traficantes más tarde.
Por eso pensó Miguel: que se compraran un tráiler.

Decían que eran comerciantes, que iban con rumbo de Cali.
Así pasó mucho tiempo traficando por el valle.
Sin que nadie sospechara, lo que escondían en el tráiler.

Ya los habían descubierto pero nadie decía nada.
Querían darles más confianza  para descubrir la banda:
encontrar la mercancía, saber quien se la compraba.

Y se pusieron de acuerdo los policías y aduanales
Como si nadie supiera lo que pasaba en el trailer,
para que no se opusieran, cuando fueran a arrestarles.
Descubren el cargamento los policías y aduanales.
Traían carga al por mayor, entre las llantas del trailer,
y armas de gran valor, que escondían por todas partes.

Se agarraron a balazos, cayendo pa' todos lados,
los policías y aduanales todos estaban armados.
Y así terminan las vidas de tres que fueron hermanos…”




Maestría de Periodismo-  UDLA
Trabajo de "Periodismo Interpretativo"

Por:  WILSON  AYALA

NOTICIA:    (Diario El Heraldo, Cali 12 de agosto 2011) (Ficción: Creando una noticia, basándome en la letra del narco corrido).

CAYÓ   ABATIDA    BANDA   DE   NARCOS:

2 POLICIAS MUERTOS Y 3  ADUANEROS HERIDOS.  
TAMBIEN FUERON ELIMINADOS NARCOS MAS BUSCADOS:  TRES HERMANOS VILLARREAL.

Ayer a las 05:00 horas, en el retén aduanero de Palo Seco, a 22 Kilómetros del puerto de Buenaventura, se produjo un enfrentamiento entre narcos y las Fuerzas del Orden. El Comandante de Policía del Departamento del Cauca, informó en rueda de prensa, al final de la tarde: se organizó un operativo conjunto entre las fuerzas de Policía y la de Aduana,  a partir de una denuncia reservada. Afirmó que cayó abatida la poderosa banda de narcotraficantes, la de los hermanos Villarreal.

Mencionó que, cuando las fuerzas del orden dieron el alto a un trailer, para el respectivo registro, los antisociales abrieron fuego contra la autoridad. Del enfrentamiento que duró mas de una hora, resultaron muertos dos policías que responden a los nombres de N. Cifuentes, A. Mendoza. Además fueron heridos con impactos de bala los guardas de aduana: L. Carrillo, J. Palomino y M. Riera.

En el enfrentamiento resultaron abatidos tres peligrosos contrabandistas narcotraficantes: los hermanos Pablo, Gilberto y Miguel Villarreal, pertenecientes al conocido Cartel del Cauca, y que eran buscados desde hace algún tiempo.

Luego del duro combate, -dijo el comandante- y al proceder al registro del trailer, se encontró un alijo, consistente en 250 kilos de pasta base y muchas armas. La droga estaba escondida entre  las llantas y la carga que transportaban. Tanto las armas como la droga  han sido consignados ante la fiscalía. El trailer, que cuenta con un poderosos equipo de radio telefonía, permanece retenido en los patios del Cuartel de la Policía.

El Comandante, también informó, que  los policías fallecidos están siendo velados en el Salón de Honor del Cuerpo policial . Su inhumación será hoy a las 16:00 en el Cementerio Jardines del Cielo. También dijo, que los aduaneros heridos, se recuperan en el policlínico de la institución. Que su situación es estable sus heridas no revisten gravedad.

 Indicó además, que los cuerpos de los contrabandistas, yacen en la morgue, y permanecerán con custodia policial, por disposición de la autoridad. Hasta el momento nadie se ha presentado a reclamarlos. Manifestó finalmente, que las autoridades no cejarán sus esfuerzos para frenar el contrabando y el narcotráfico.

(La nota de prensa trae una fotografía en la que se observan en el patio policial: el trailer, y junto a el, la droga en paquetes, acomodada en el suelo. Así como una mesa, en la que se exponen varias pistolas(8),  fusiles (16), subametralladoras (3) así como abundante munición, presumiblemente de esas armas).




CRONICA:   “LAS TRES CRUCES


Eran apenas pasados pocos minutos de las 7 de la mañana, del 12 de agosto 2011, cuando sonó el celular de Queta. Lo que primero escuchó, y trató de descifrar entre gritos, sollozos, y ahogos, de su amiga Guada,  fue: “Los mataron…,  Dios mío… Los mataron, Santo Cielo… Los mataron. Los mataron… Están muertos…

Queta no supo que hacer. Instintivamente, lo intuyó y enseguida ella empezó también a sollozar. Desesperada cerraba los puños, clavándose las uñas en sus palmas y  gritando: “Diosito… Los mataron… Los mataron… No puede ser, los mataron… Están muertos…Diosito, están muertos…”

Guadalupe, amiga de Queta, y compañera de Pablo Villarreal, había llamado apenas escuchó la noticia. La leía el presentador de noticias de RCN, en el Noticiero Kriptón de primera hora en la mañana: “Cayó abatida banda de narcos… Fueron eliminados tres peligrosos contrabandistas narcos… Cayeron en su ley los hermanos Villarreal. Pablo, Gilberto y Miguel, están muertos…  También en las fuerzas del gobierno  hay dos muertos, y tres heridos…” –No terminó de oír lo que se  decía en la televisión- cuando  Lupe, inmediatamente llamó a Queta…

 Gaby, también lo supo casi a la misma hora pues desde la víspera ya sentía algo como un nudo en el estómago…  Le decía a su madre: “tengo un mal sentimiento... Tengo un mal sentimiento… Algo malo va  a pasar… Tengo un mal sentimiento…” Lo escucho por la radio, y también se desató en llanto…Llamó enseguida por el celu a la Lupe y las dos llorando, decían al tiempo: “Los mataron…  Los mataron… Gabriela, gritaba, lloraba desesperada “Han matado a mi Miguel, han matado a mi Miguel…” “Yo lo sentia…  Yo lo sentia… Han matado a mi Miguel… Sí… Yo sí lo sentía…”

Horas después Queta no lo podía creer, apenas hace dos días había estado con Gilberto, su compañero. Habían hecho planes para convivir establemente desde el 30 de agosto,  la fiesta de Santa Rosa. Ya que como homenaje a su nombre, pues se llamaba Rosa Enriqueta, aunque todos le decían la Queta  -quería Gilberto celebrarle-. Guapa caleña, que vivía con su familia -cuando no estaba con Gilberto- a sus 24 años todavía vivía en el barrio Las Cruces, al pie del cerro del mismo nombre, en la ciudad de Cali. Sus amigas Guadalupe y Gabriela, de 23 y 21 años, primas entre si, también vivían cerca y en el mismo vecindario.

 La Queta soñaba una vida feliz. Una familia con niños, un chalet en Chapinero, pues le decían,  ese si que es un gran barrio en Bogotá… Estaba cansada de Cali…  Gilberto la escuchaba y respondía: “ten paciencia Queta… Allá nos vamos… Pero ten paciencia… En 2 o tres años allá estamos”.

Miguel conoció a Gaby hace 4 años, ella tenía 17. Rubia, delgadita, ojos claros, buen andar. Había sido proclamada la Reina del Barrio, y él asistió a la verbena de coronación, ella se fijó en Miguel,  que siendo tan joven, había hecho una donación para la fiesta y para el barrio de 25 millones de pesos ( unos$ 10.000 dólares).  Miguel era generoso, le gustaba impresionar. Además había empezado a tener su buen dinero, desde que con sus hermanos vendieron la vieja camioneta, y compraron el trailer que lo manejaban por semanas cada uno. Aunque, y casi siempre,  viajaban los tres juntos.

Poco tiempo después, en la fiesta de graduación del  bachillerato de Gaby, -a la que asistió-,   Miguel le propuso salir  y ser algo mas que amigos. Los padres se opusieron a esa relación, eran ricos, dueños de un gran almacén, la Bodega y Miscelánea  “La Flor del Valle”. Consideraban a Miguel como un comerciante de poca monta. Sin embargo,  a regañadientes lo aceptaron, ya que Miguel vestía bien, y siempre le llevaba buenos obsequios. Miguel le había compartido a Gaby, que efectivamente antes eran bastante pobres, que a duras penas en tres años habían comprado una vieja camioneta. Pero, que desde que  convenció a sus hermanos de venderla, para comprarse un trailer, todo había cambiado.

Un trailer de 30 toneladas, si dejaba dinero, buen dinero. Sí, ellos eran cholos, eran la argolla de la zambada del barrio. “Los tres hermanos siempre seremos  familia.  Tenemos valor, agallas y estilo”, -decía Miguel- “siempre tendremos estilo. Siempre seremos equipo”.

Pablo, el mayor de los hermanos, se había unido con Guada, prima de la Gaby. Miguel los había presentado. Pablo, que tenía 30 años, el mayor,  era el mas retraído.  Siempre a sus hermanos les repetía: “ya nos metimos en esto, tenemos que ser cuidadosos, tenemos que cuidar “la merca”, tenemos que llevarla con cuidadito… Con mucho cuidadito”. Al principio, comenzaron con poco, -recordaba-, con gran esfuerzo económico empezaron con uno, luego  dos kilos de la merca,  en la vieja camioneta. Eso, hace mas de tres años,  y les bastaba. Pero Miguel  de 25,  y el menor de los hermanos, insistía: “Podemos ganar mas, podemos ser ricos. Podemos llevar mas… Compremos un trailer…”.

Cuando empezaron con el trailer, nadie sospechaba. Siempre decían que eran comerciantes.  Comerciantes honrados. Sí, pero eso era al principio.

Cada kilo les rendía como mil dólares. Lo compraban en los llanos, y vendían en Cali, junto con los otros productos: café, cacao, bananas, piñas, mangos y demás productos. Uno o dos kilos por semana, luego  mas, y después bastante mas…

Pronto Pablo, también se enamoró de su Guada. Si bien no era tan linda y agraciada como  Gaby, pero en cambio tenía un carácter alegre y extrovertido que a Pablo le encantó. En secreto, “algo de sus negocios” le había contado a su Guada, pero haciéndole jurar que jamás dijera a nadie. “Ni en confesión”, -le había dicho-, “si no, te dejo y  te mato…  después yo me mato… No te olvides que mis hermanos matarán a tu familia –dijo-”  Era un desalmado.

Pablo, era empeñoso, celoso marcando su territorio, marcando su carga, clasificándola, cobrando y distribuyendo bien el dinero entre los hermanos, a iguales, -decía-. A iguales porque somos equipo, -somos tres y a tres nos toca, decía a sus hermanos-. Por eso, compró tres pistolas 38 super, iguales para los tres, porque somos tres, y a  tres  nos toca. Por eso, compró tres Rolex iguales para los tres, porque somos  tres y a tres nos toca. Por eso, compró tres depar iguales, grandes los tres, porque somos tres, y a tres nos toca… Por eso, amobló y los equipó iguales y lujosamente, porque somos tres, y a tres nos toca -dijo-. Por eso siempre insistió en que cuando lleven mucha merca, siempre irían los tres, porque somos tres y a tres nos toca, -imponía-. “No los quiero acelerados, somos tres, y los tres nos defenderemos con pistolas, los fusiles, y bazucasos. No olviden que somos familia, somos equipo, que somos tres, a los tres nos toca…”. Por eso, compró tres grandes cruces de oro, de 80 gramos cada una, con cadenas que pesaban el doble, y que los tres siempre  lucían. “Porque somos tres, y a tres nos toca”, -decían santiguándose.

El trailer, era rojo, le habían puesto un  aire acondicionado poderoso. Una radio muy potente, que sintonizaba la frecuencia de la policía. Dos equipos de Tv, uno para al asiento del acompañante, y uno para el catre del que iba descansando. Tenía la cabina un mini bar muy bien provisto: licores finos, cigarrillos y golosinas. Y una buena colección de música de rancheras y corridos que les gustaba disfrutar.  A los tres les encantaba el buen rollo.

Llevaban “la merca”al puerto de Buenaventura. 250 kilos de la buena. Calculaban su ganancia en un cuarto de millón, y pensaban en espaciar mas sus envíos. Sospechaban que uno de los proveedores del Llano no era de confiar, sospechaban que el cholo Quintana era doble. A veces estaba con los “compas del nego”, pero tenía parientes policías.  Querían buscar proveedores en otros lados, mas seguros.

Miguel conducía el trailer, le gustaba acelerar en las curvas, decía:  “de las mujeres y de las carreteras, me encantan las curvas, siempre me acelero con las dos, siempre me gustan las curvas…”

En la curva de antes del retén lo presintió,  le pareció ver hombres vestidos totalmente de negro, talvez unos diez o doce. Salió acelerando de la curva, a la llegada de la aduana de Palo Seco. Si, allí los vio.  Encapuchados, de negro,  le ordenaban: PARE… PARE…

¡Nos jodimos, broders! Gritó a sus hermanos,  aceleró, pero luego de la cadena de la aduana estaban tres camiones cruzados. Frenó con todas sus fuerzas, pero chocó contra el  primero. Con el camión chocado por delante envistió al segundo… Quería escapar. No avanzó a llegar al tercero… El trailer se detuvo… Empezó la balacera…

El cholo Lino Quintana, los había denunciado, hace tres meses. La Policía, los seguía, querían saber: no solo a quién compraban, sino dónde llevaban, a quién entregaban, cuál y cómo era su red…  Por eso previnieron a los aduaneros. Otras veces, los aduaneros aceptaban sobornos de 500 dólares cada uno, y no eran mas de cinco en el retén,  y el jefe siempre llevaba 1000. Los aduaneros siempre negaron, y  lo negaron ofendiéndose. Pero esta vez la poli se impuso, los conminó y amenazó con enjuiciarlos  si prevenían a los Villarreal… Así pasó.

Cuando rugieron los frenos, el estrépito del choque fue durísimo. Empezó la quemazón de la reventadera de tiros… Los policías y los aduaneros, debían ser mas de cien, estaban escondidos en el monte. Los hermanos salieron apresuradamente de la cabina, y echando cuerpo a tierra, parapetándose en las enormes llantas del trailer, disparaban a todo lo que se movía. Resistieron, habían sacado mas de mil proyectiles cada uno, “Somos tres y somos uno”, “Somos tres, somos familia, aquí nadie se ahueva, somos tres y tres nos toca…” Decían, dándose ánimos, sentían llegar las balas cerca, pero no sentían miedo.  “Ya le dieron al Cifuentes”, oyeron los hermanos, luego de mas de veinte minutos de pura bala.  “Ya le dieron al Mendoza”, oyeron cuando empezaba a clarear…
 
Miguel, ya no tenía munición y dijo a sus hermanos: “Voy por mas chispas, a mi ya no me quedan”, “-Sí, trae mas- dijeron, Gilberto y Pablo”, Miguel salió, desde las llantas traseras, avanzó hasta bajo la cabina, con dificultad abrió la puerta, deformada por los impactos, entró y se oyeron ráfagas de metralla   Miguel, no regresó…

Empezaba a salir el sol, cuando los últimos cartuchos fueron disparados por Pablo y Gilberto, que cayeron abatidos. Al acercarse al trailer, los regulares encontraron que Pablo, inerte,  en el suelo, tenía las manos en su cuello y apretaba su cruz de oro fuertemente… Gilberto, también muerto,   sostenía con  su mano izquierda un fusil y la otra junto a su boca la cruz, en un aparente beso de despedida…  Miguel yacía en la cabina, en su mano derecha apretaba una pistola de empuñadura de oro. Al retirar la pistola de su mano también encontraron que apretaba su cruz…



Fue una tarea algo difícil, escribir la crónica anterior, pero finalmente nuestro amigo el dinosaurio está dando sus primeros pasos en crónicas.

En la continuación de este tema, voy a contarles:  cómo el dinosaurio quedó impresionado, conociendo a otros cronistas: Pablo Cuvi, cronista viajero, y articulista de opinión, (gran narrador). A un cronista gráfico  (gran fotógrafo). Y a un gran contador de historias de fútbol. Estén atentos amigos, les va a gustar. 



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